Artículo de Opinión

Hace unos días, en mis rutinarios vistazos por Instagram, noto numerosas publicaciones de varios cercanos arremetiendo contra el ministro de Medio Ambiente, Ángel Estévez. Atrapada por la curiosidad y la alarma constante de mantenerme informada, pulso sobre el vídeo. El título ya lo resumía todo: “SOS Cotubanamá”. Al finalizar solo quedó para mis expresiones un “otra vez”. ¿Otra vez? Sí. ¡Otra vez!

No basta que el 2019 fuera escenario mediático con el caso de Valle Nuevo y el de la Sierra de Bahoruco. No. No es suficiente. Ahora, Parque Nacional Cotubanamá, también denominado Parque Nacional del Este, es otro intento de un par de manos por arrebatar lo que es de millones.

El problema no es uno, sino múltiples. Si Estévez no asume la responsabilidad que carga como ministro, establecida en la Ley 64-00 (Ley General de Medio Ambiente y Recursos Naturales) y finalmente el empresario español de Globalia, Pepe Hidalgo logra su proyecto turístico dentro del área protegida, entonces hay que prepararse para las pérdidas de 41 km² diversos en fauna, flora, arrecifes y arte rupestre.

Así mismo, significaría dar paso a nuevas faltas ante la ley. De hecho, el Parque Acuático Cadaqués Caribe ya ocupa una parcela de, de manera ilegal, en el parque nacional. Realizar esta “visión” lucrativa en los planeados km² sería abrir el paso a un semáforo que claramente marca rojo, no únicamente ante ese terreno estatal, sino a otros de igual manera.

Como si fuera poco que en el poder haya un ministerio que no ejerza su función como tal junto a un infrenable Hidalgo, igual manera el ministro de Turismo, Francisco Javier García, se pronuncia a favor de la deforestación. En su justificación, comenta que todos los proyectos que realicen bajo una idea ecológica, preservando el medioambiente, son favorecidos en el país. Pero bajo mis lentes, no hay nada de «ecológico» más que la palabra.

Frente a dos ministerios y el imparable Hidalgo, veo impositivo apoyar la medida cautelar de la Coalición para la Defensa de las Áreas Protegidas para evitar la construcción del hotel como forma de decir: “otra vez no”.